EDITORIAL
La
flor creció sobre un campo seco. El agua no llegaba del todo a saciar su sed.
El pasto cada vez más amarillento coloreaba una atmósfera densa y aburrida.
Algunas plantas se marchitan antes de empezar a generar sus primeras flores.
Esta, sin embargo, crecía sola, debilitada y con miedo a morir ante la primera
ventisca.
El
tallo se fortaleció con el tiempo. Creó espinas como anticuerpos, pero a medida
que intentaba crecer, sus ramas eran podadas para empequeñecer su tamaño. Pese
a su lucha interior, le costaba comprender esa animosidad, ese inerte intento
de dejarla crecer, esa inútil manía de desterrarla del mundo.
Ser
una hermosa flor en el medio de un campo abandonado, no es indicio de una buena
vida. Ciertas flores crecen y mueren sin llegar a obtener nada a cambio. La
inocencia juega a los dados con la muerte en cualquier esquina, esperando
devorar esos sueños lejanos.
El
más fuerte, como siempre, vence. Los ojos pálidos regresarán entre lágrimas,
recordando bellos momentos de gloria, que no serán más que un espejismo en una
oscura habitación. Las cruces dominarán el decorado y las palabras volarán sin
siquiera poder ser escuchadas.
Palabras
que serán apresadas y dinamitadas. Encerradas en un ático desarmado, mientras
el corazón transita sus últimos latidos. Ese músculo se desgarrará ante los
llantos más anárquicos. La voz será silenciada bajo ruidos de campanas y falsas
canciones de fe y esperanza. Una vez más, la inocencia fue ultrajada
salvajemente, sin derecho a defenderse.
Las
lágrimas recorrerán la blanca piel por última vez, el tallo finalmente será
arrancado por la inundación, para quedar a la deriva. El agua ahogará todo a su
paso, sin importar lo que encuentre. Será el final. Ese maldito final que no
queremos que llegue. Nos engañamos sabiendo que otra vida mejor era posible.
Nos ilusionamos con que la flor crezca y se transforme, como por arte de magia,
en parte de un bosque encantado. Pero la realidad siempre es más cruel. Estaba
destinada a ser aplastada, a quedar así, sola... rompiendo las olas de un mar
que se llevó hasta esas alas invisibles que la mantenían luchando contra
viento y marea...
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES PARA ROMPIENDO
LAS OLAS
En
ciertos momentos de la vida se nos ocurre decir que amamos esto o aquello. Que
nos enamoramos de mil cosas diferentes. Que nos generan amor ciertas personas,
animales o hasta cosas. Pero yendo a algo un poco más complicado: ¿Qué es el
amor? ¿Que está dispuesto a hacer uno por amor? ¿Existe el amor pleno o es una
simple concepción? Si empezamos a indagar entre nosotros mismos, nos
encontraremos en la diatriba de discutir sobre diferentes puntos de vista.
Siguiendo con un manual de preguntas, podríamos preguntarnos que estaríamos
dispuestos a sacrificar en nombre del amor... ¿y en nombre de Dios? ¿Son
compatibles las referencias a Dios cuando hablamos de amor? ¿Existe un Dios?
Podríamos estar horas debatiendo y nunca llegaríamos a una conclusión
definitiva, es más creo que en este momento, muchos de ustedes se estarán
haciendo estas mismas preguntas.
Eso
es lo que nos invita a preguntarnos ese genio enfermizo que es el danés Lars Von Trier en su film Rompiendo las olas. Lars, es sin dudas,
uno de los directores más duros a la hora de contar una historia. Llevando la
carga emocional al límite, no anda con vueltas y suele ir al punto de la
cuestión con una manipulación aterradora, para que el espectador sienta en
carne viva lo que pasan sus personajes. Y se hagan la misma pregunta que ellos.
La película será la primera parte de lo que el director llamó Corazón dorado, luego completada con Los Idiotas y Bailarina en la oscuridad.
El nombre de la trilogía, está basado en el cuento para chicos Corazón de oro, escrito por Guld Hierte, que cuenta la historia de
una niña que cruzó un bosque dando todo lo que tenía y cuyas última palabras,
cuando salió desnuda y sin nada, fueron “he logrado salir bien, a pesar de
todo”. El film nos contará en 7 capítulos y un epílogo, algo que hará en posteriores
films, la historia de Bess, una joven que vive en un pueblo costero de Escocia.
La descubriremos el día que los ancianos, se reúnen en la iglesia para dar
autorización a su casamiento con un joven extranjero que trabaja en una
plataforma en el mar. Veremos que la sociedad es bastante religiosa, calvinista
y patriarcal, y las mujeres no tienen palabra dentro del templo sagrado. El
danés nos irá llevando con maestría a lo largo de la historia, cada capítulo
estará presentado por imágenes, que representan a pinturas renacentistas,
manipuladas digitalmente por Per Kikerby.
El danés utilizará a la cámara como cómplice, tanto en las secuencias de cámara
en mano como con los primeros planos, también encontraremos escenas donde la
protagonista mirará a cámara para generar ese ida y vuelta con el espectador.
La fotografía encontraba esa paleta de colores para las escenas de afuera, pero
los colores fríos harán cada vez más sombríos los momentos tensos, como las
escenas rodadas en la iglesia. Cada capítulo irá de la mano de una canción en
un soundtrack por demás interesante. El film estuvo a punto de no hacerse, al
no alcanzar el presupuesto necesario, el proyecto duró 4 años, pero logró
terminarlo.
Nos mostrará el debut de una Emily
Watson enorme, que realza su trabajo a medida que van pasando los minutos. Bess amará a Jan más que a nada en el mundo, y su único deseo cuando el parte a
trabajar, es que vuelva. Sus charlas con un Dios que es ella misma, un Dios
tirano que es la imagen que crearon sus allegados de él, intentan convencerla
de que debe esperar, aunque ella se niega a aceptarlo. Un accidente dejará a
Jan al borde de la muerte y sin poder caminar, pero ella está convencida de que
volvió gracias a sus plegarias. Ahí es donde ella se preguntará hasta donde lo
ama. El punto de giro dramático se producirá cuando él le pida que se acueste
con otros hombres, y le cuente sus historias. Ella accederá pensando que así
será lo mejor para él. Bess volverá a sufrir inestabilidad emocional y
psíquica, como cuando murió su hermano. Será Dodo, su cuñada, quien intentará
curarla y sacarla de ese abismo. En Bess, veremos quizás algunos personajes en
los que luego Von Trier nos revolverá los corazones. Veremos a Selma,
esa madre que se está quedando ciega en Bailarina en la oscuridad, veremos a Grace,
esa hermosa fugitiva de Dogville que nos mostrará lo miserable que es el ser
humano. Pero también veremos a la Mouchette de Bresson o a la Nina
de Nolan en el Cisne Negro. Veremos la doble moral
en forma de fe. Veremos cómo obra el ser humano en nombre de Dios, usándolo
como una simple excusa. Lars lanzará una enorme crítica hacia ellos, que matan
y manipulan en nombre de Dios. Intentaremos que Bess huya de esa fe que le
impregnaron, pero cuando lo logrará, será demasiado tarde.
Escuchará al pastor
decir que la perfección a los ojos de Dios, será a través del amor
incondicional a las palabras o La Ley, y ella se atreverá no sólo a no
entenderlo sino a decirles que se logra a través del amor al ser humano. Será
expulsada y vilipendiada. Será la zorra del pueblo, será la que se atrevió a
desafiar la palabra de Dios, desde su bondad e inocencia, pero sobre todo,
desde el más puro amor. Nos pondrá bajo la lupa a Jan, quien quiere morir y
quiere que Bess intente olvidarlo. No podrá, Bess hará el último sacrificio,
entregar su propia vida para salvar la de su amor. A pesar de que la Iglesia no
está en posición de castigar, la mandarán al infierno, mostrando así, una
última crítica. La imagen del epílogo será un resumen del final, el puente como
una pasarela entre la vida y la muerte, y el agua como una metáfora de la
eternidad, así lo dio a entender el director. En ese final, Jan, milagrosamente
repuesto, se la llevará para que no sea enterrada por quienes la maltrataron y
tirará su cuerpo al mar. Unas campanas le darán la bienvenida a un nuevo sitio,
será el paso al cielo de los buenos, quizás el nuevo cielo de Dios... La bondad
y la inocencia dejaron todo por amor, Bess decidió que esas eran sus respuestas
a nuestras preguntas del principio y nos terminó gritando en la cara que es
amor lo que sangra...
Marcelo
De Nicola.-
Canción
post impresiones
Soundtrack
del film
FICHA TÉCNICA
Título original: Breaking the
Waves
Año: 1996
Duración:
159 min.
País:
Dinamarca
Director:
Lars von Trier
Guión:
Lars von Trier
Música:
Joachim Holbek
Fotografía:
Robby Müller
Reparto:
Emily Watson, Stellan Skarsgård, Katrin Cartlidge, Jean-Marc Barr, Udo Kier,
Adrian Rawlins, Mikkel Gaup, Jonathan Hackett, Sandra Voe, Roef Ragas, Phil
McCall, Robert Robertson, Desmond Reilly, Sarah Gudgeon, Finlay Welsh, David
Gallagher
SINOPSIS
A
principios de los años 70, Bess (Watson), una ingenua joven de un pueblo
costero de Escocia, se enamora de Jan (Stellan Skarsgård), un hombre mundano
que trabaja en una plataforma petrolífera. A pesar de la oposición de la rígida
comunidad puritana a la que pertenece, Bess y Jan se casan. Tras la boda, él
vuelve a su trabajo, y ella cuenta los días esperando su vuelta. Bess, una
creyente devota, cree que su amor está bendecido por el cielo; pero un día
sucede un terrible accidente. Primera película de la trilogía "Corazón
dorado" de Lars Von Trier.