sábado, 7 de junio de 2014

EL GRAN PEZ - BIG FISH

Programa 22 (12-08-2013)


EDITORIAL

A lo largo de la vida pasamos por diferentes momentos, conocemos gente de todo tipo, algunos quedan en el camino, otros seguirán a lo largo de los años. Cada paso que damos puede convertirse en una nueva historia.
La vida se construye a través de ellas: buenas, malas, de todo tipo, pero todas tienen algo en común: son reales… y son nuestras.
A veces jugamos a imaginar que esas historias que nos pasaron, perduren por los siglos de los siglos, y las contamos una y otra vez. Y siempre, pero siempre, se le agrega algo más, quizás por el simple hecho de que trascienda tu pequeño universo.
Ni hablar cuando sos un niño, y tu padre, tu abuelo, o algún tío te contaba esas leyendas imposibles en los cuales eran los protagonistas, y que vos no sólo creías, sino que además se las ibas transmitiendo a todos tus amigos, exagerándola a niveles siderales, como tenía que ser, para que quede claro quien era el héroe en ese relato.
Y ni hablemos de los sueños, no los que soñamos cuando estamos durmiendo, sino esos que se presentan mientras estamos despiertos.
Ese oceano de sueños que se transforman en mares de fantasía mientras crecés, poco a poco, navegando las aguas de la imaginación, para llegar al puerto de las ilusiones. Ese lugar al que todos imaginamos ir, no para todos es igual, claro.


Yo siempre imaginé un lugar con mucho verde, con algún arco iris de fondo, rodeado de lagos, donde habitaban peces de todos los colores. Donde el tiempo no pasaba, las personas no envejecían, las flores no se marchitaban y el sol… el sol siempre estaba. Porque no quería que oscurezca nunca, simplemente porque cuando todo se apagaba, pensaba que el pez gigante que habitaba en ese lago saldría y nos comería de un bocado a todos mientras estábamos durmiendo.
En otros casos no sería un pez, sino algún viejo de la bolsa, una mujer que llora, un lobo o miles de otros personajes nefastos que nos obligaban a portarnos bien, a comer y a bañarse antes de dormir.
Así, mientras vamos creciendo, nos damos cuenta que ese mundo de fantasía es sólo parte de nuestra imaginación. Que la vida es mucho más compleja, y que el mundo está lleno de peces gigantes que devoran todo lo que está a su alcance.
Que el mundo perfecto no existe, ni va a existir, porque, en mayor o en menor medida, estamos rodeados de envidia, mentira, desamor, soledad e intolerancia.
Por eso preferimos quedarnos con ese universo irreal que soñamos, donde ansiamos no crecer nunca, pero a la vez, creando miles de historias donde somos nuestros propios héroes, como los que nos contaban cuando eramos chicos. Para que después, esas historias pasen de generación en generación, hasta que algún día, alguien, cansado del mismo temor de siempre, decida ir al lago en plena noche, tomar coraje, y de una vez por todas, atrapar al GRAN PEZ.

Marcelo De Nicola

Canción elegida para la editorial



IMPRESIONES SOBRE EL GRAN PEZ


 Si mal no recuerdo, llegué a Tim Burton a través de aquella obra maravillosa  llamada “A nightmare before Christmas” o, según su siempre pifiada traducción, “El extraño mundo de Jack”. Yo venía de caminar el curioso barrio del  “Expresionismo Alemán”, esa extraordinaria vanguardia que nos narro los años 20 como nadie, y de la que ya te hablamos varias veces. Tuve el placer de transitar por la obra de Robert Wiene, con su inolvidable “Gabinete del Dr. Caligari”, “Las manos de Orlac” me robo el sueño por unos cuantas noches. También paso Murnau  con “Nosferatu, el vampiro” y con “Phantom”. Crucé temeroso, por esas avenidas que son “El Golem” de Meyrink y “Metropolis” del siempre maravilloso Fritz Lang. Me quedó, sin embargo, en el tintero “Raskolnikow” la versión de “Crimen y Castigo” realizada por Wiene. Nunca la pude conseguir, pero no bajo los brazos. Sé que nos vamos a encontrar en algún momento y va a ser maravilloso, lo sé. Desde la pintura, enloquecí con aquellas escenas siniestras y grotescas de rostros enmascarados, que parecían inmortalizar carnavales escupidos desde la peor de nuestras pesadillas. El padre de todo ese quilombito no fue otro que el genial artista James Ensor. También me estremecí y angustie con aquel grito, ese que todavía no se ahoga, que  nos mostro hace ya tiempo, nuestro gran amigo Eduard Munch. 


Y un día, entonces, apareció Burton… Nos entendimos al instante. Es que hablábamos el mismo idioma, veníamos de transitar las mismas calles, nuestros zapatos tenían el mismo barro. Dialogar con su obra no tenía aquella solemnidad académica o esas trampas absurdas del pensamiento que suelen aparecer en aquellas aburridas charlas con ciertos estudiantes, esos tristes productos del bar de la facultad de Diseño de Imagen y Sonido, fastidiosas computadoras repletas de fechas y datos que no conmueven a nadie, tan irreales como el vino que convidan. La obra de Burton era distinta, era novedosamente antigua, sensualmente oscura, inteligentemente filmada. Jorge Wagensberg, escritor e investigador español, nos dice que el hecho artístico es un hecho binario, es una relación entre el que escribe, el que pinta o el que hace música y el que consume ese arte. El dice, que ambas personas deben parecerse un poco, siquiera en la complejidad de su mente. Quien lee a Dostoievski debe tener una complejidad parecida a la de Dostoievski, ya que si su complejidad fuera mayor o tal vez menor, caería, inevitablemente, en el aburrimiento. Algo de esto me sucedía en aquellas épocas con Burton. Sin duda, teníamos intereses en común. 


Quizás nos hacíamos preguntas parecidas. Tal vez, le escapábamos a las mismas sombras. La hostilidad de ese mundo externo nos empujaba a vivir nuestra soledad bajo las mismas tinieblas. Pasaron varias de sus obras. Paso “Beetlejuice” paso “Batman”, “Edward Scissorhands” hasta “Ed Wood”. Y un día llego “The Big Fish”. La primera obra que yo veía de Tim Burton que se alejaba de aquel idioma con el que charlábamos tan fluidamente. Ya no estaban esos blancos y negros, esos planos aberrantes haciendo alarde de la oblicuidad de sus horizontes, ya no estaban esas fugas intimidatorias. A pesar de esas ausencias, el hecho binario, seguía intacto, no había dudas. Las palabras eran otras, el mensaje el mismo. El Gran Pez narra la siempre difícil historia de un hijo con su padre, pero va mas allá… el padre se está muriendo y el hijo exige respuestas. Will, hijo de aquel héroe de fabula que es Edward Bloom, exigirá en el lecho de muerte de su padre, respuestas concretas sobre la historia que los une. Burton cambiara por completo su paleta de colores y trabajara con una increíble fotografía en tonos pasteles. La estructura del relato escapara a lo lineal. Se servirá del Racconto, aquel momento en que la narración se detiene a contar los acontecimientos sucedidos en el pasado, para relatar la historia del protagonista. Esta estructura, nos dará la sensación de estar asistiendo a la placentera narración de varios cuentos cortos que finalmente convergerán en la mágica historia de Edward Bloom. Will representa la razón y quizás Edward, su padre, la fantasía. Will, que pronto tendrá su propio hijo, le exige absurdamente a su padre que le cuente su verdadera historia, pero que lo haga de una maldita vez sacando de su relato la ilusión, los bosques tenebrosos, las brujas con ojos capaces de contarnos cómo moriremos, los amigos gigantes como edificios, los poetas que se fueron para nunca volver. Los jardines repletos de narcisos, los amores apasionados. 


Todos le pediremos entre lágrimas a Will que despierte a ese chico que lleva adentro. Entenderemos, también, que la vida sin gigantes, sin brujas, sin narciso o amores, es posible, pero no es la que queremos para nosotros. Hace pocos días fue el cumpleaños número 60 de mi papá. Mi regalo fue un libro, el cual recomiendo abiertamente, “La hermandad de la uva” de John Fante, gran novela, que justamente narra la difícil relación de un padre con su hijo. En esa hoja en blanco que tienen todos los libros, la cual nos invita a jugar un rato con las palabras, a jugar al escritor, deje mi dedicatoria. Escribí algo así como: Siempre es bueno reencontrarse, aunque uno se sepa a la vuelta de la esquina. Cuando di mi regalo, quizás la idea de aquella frase no fue comprendida del todo. Tal vez, mi cabeza aprovechó ese momento para dejar un mensaje, de esos que uno debe decir mirando a los ojos del otro, con un café de por medio y nunca se anima. Estuve lejos de aquel: que en estos 60… etc o que en este cumpleaños bla bla bla. Sus 60 años hicieron revisar mi vida. Mi vida como hijo, como su hijo. Me hicieron acordar la cantidad de veces, que de distintas maneras yo le exigí que me contara la historia sin gigantes ni fantasmas. Me hizo pensar en que muchas veces los fantasmas o gigantes que yo quería, no eran los que él sabía narrar. Me hizo pensar, absurdamente, que los fantasmas y gigantes que yo era capaz de generar eran, quizás mejores que los que él proponía. 


Y todo esto, me hizo comprender que si ahora estoy escribiendo o contándoles a ustedes esta historia, es por él. Por su amor a la escritura. Por su inmensa pasión por la lectura. Entendí, que esos eran los verdaderos fantasmas y gigantes que él me estaba dando, los cuales le agradezco infinitamente. De estos reencuentros hablaba papá en la dedicatoria. De descubrirte en mis silencios, en mis rituales, de saber que estas allí, en mis descuidos más sabrosos. Esos son los reencuentros que quiero festejar, los que dan cuenta del inmenso amor que nos tenemos. A pesar de que muchas veces no nos entendamos. A pesar de que muchas veces de tan cerca que estamos se nos imposibilite vernos tal cual somos. Te dejo aquel abrazo que nos dimos, o quizás hoy nos debamos uno más fuerte. Es difícil ser padre… claramente no voy a ser yo el que venga a enseñar nada. Te lo aseguro, no voy a ser yo. 

Lucas Itze.-

Canción post análisis: 


Homenaje a la relación entre Edward y su mujer:


Hablaba de lo bueno que puede ser, tener fe y no tener religión...


También sonó esta hermosa verisón: 


Y nos despedimos con dos temazos:



FICHA TÉCNICA

Título original: Big Fish
Año: 2003
Duración: 126 min.
País: Estados Unidos
Director: Tim Burton
Guión: John August (Novela: Daniel Wallace)
Música: Danny Elfman
Fotografía: Philippe Rousselot
Reparto: Ewan McGregor, Albert Finney, Billy Crudup, Jessica Lange, Alison Lohman, Helena Bonham Carter, Steve Buscemi, Danny DeVito, Marion Cotillard, Jeff Campbell, Missi Pyle, Robert Guillaume, David Denman, Loudon Wainwright, Deep Roy, Miley Cyrus

Sinopsis


William Bloom (Billy Crudrup), vuelve a su casa, para visitar a su padre moribundo. Edward (Albert Finney), es un contador de historias, y es querido por absolutamente todos, menos por su hijo, quien está cansado de escuchar esos relatos de ficción. Durante su vida, su padre fue el chico más popular de Ashton, se hizo amigo del gigante Karl, compró un pueblo llamado Spectre, trabajó en un circo tres años para encontrar a Sandra, el amor de su vida, y fue a la guerra de Corea donde conoció a dos siamesas. En sus últimos días, su hijo tratará de reconciliarse con él, y de paso, tratará de descubrir cuanto hay de ficción, y cuanto de realidad.

TRAILER



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