martes, 3 de septiembre de 2024

HAPPY TOGETHER DE WONG KAR-WAI

PROGRAMA 440 (09-08-2024)

 

Lai Yiu-Kai y Ho Po-Wing viven una apasionada relación. Viajan desde Hong Kong a Argentina, pero la llegada al nuevo país parece transformar las cosas y Ho, de repente, abandona a Lai. Éste comienza a trabajar como portero de un bar, con el único afán de reunir el dinero suficiente para volver a su país. Un día Ho reaparece, pero las cosas ya no son iguales... (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

¿Qué iremos a hacer con este amor que es la cura, pero también es el veneno? ¿Qué iremos a hacer? ¿Morir por amor? Después de todo no hay otra forma de morir, como tampoco hay otra forma de amar sino muriendo. ¿Qué iremos a hacer con esta historia que nos contamos, esta historia de sutiles casualidades sincronizadas por una mano invisible, de sabanas revueltas y peleas infernales? ¿Qué haremos con estos cuerpos muertos secándose al sol? Inventar al amor entre un par de circunstancias arrojadas como dados sobre un paño inexorable. Apostar al fuego a pesar del viento y del agua que nos arremete a cada instante. Inventar el mito por amor, aquella cinta que nos une para siempre en este laberinto de mentiras. Inventarlo para que algo de todo esto tenga algún sentido. Inventarlo para no alcanzarlo nunca, porque como bien sabemos, el único amor verdadero es el amor imposible, aquel al que nunca se llega y se mantiene impoluto en el inalcanzable mundo de las ideas. El amor, así como también el arte, es siempre desde la ausencia, desde la falta y allí su profunda paradoja. Al igual que el pensamiento filosófico respecto del saber, siendo el móvil del amor la búsqueda de nuestra plenitud, este nunca puede alcanzar su propósito final. El amor es la búsqueda que cuando logra alcanzar aquello que busca, se disuelve como búsqueda y entonces allí muere. Debemos desaprender el amor. Amamos según un dispositivo heredado que construye nuestra subjetividad afectiva. Pero, en definitiva, el amor es el otro y ese otro, por otro, por inalcanzable e inaccesible, duele. 



Claro que siempre está aquella posibilidad de amar apropiándose del otro, de proyectar todo lo que yo necesito que el otro sea para mi propia tranquilidad. En tal caso, todo ideal de amor será siempre una forma de ensimismamiento. Pero no nos detendremos ni un segundo a pensar en aquella forma bastarda. Para nosotros amar es siempre una aventura a la cual accedemos con la certeza de que nunca saldremos ilesos. Hablo de la maravillosa experiencia de retirar nuestro yo para que el otro sea. De amar desinteresadamente, apasionadamente. En su etimología, la palabra pasión deviene de la acción pasiva y se liga a un estado de sufrimiento. Dejar ser, apagar nuestro ego, visualizar y reconocer a aquel otro, desapropiarnos de uno mismo en función de ese otro es siempre doloroso. Para el yo, entonces, la economía del amor es siempre una experiencia de pérdida y despojo. Al poner la importancia en el otro, al entregarnos de lleno a esa dinámica, vamos siempre en contra nuestro. Lo mejor del amor es que nos saca de nosotros mismos, es que, ante la debilidad del otro, ante su vulnerabilidad, decidimos no avanzar. Es que allí, donde creíamos estar en casa, nos hace sentir finalmente un extranjero. 

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE HAPPY TOGETHER

 


Apartarse. Ir y volver. Los recuerdos grises que aparecen. Los caminos que se bifurcan. El tango como esa melodía errante. Todo lento, pero incesante. De un lugar, de un mundo que fue y ya no será. ¿Con qué ojos vemos ese pasado? Sería bueno investigarlo. Estar aquí o allá. Depende el lugar sabremos que sombras vemos y que luces nos apagan. Viajar a otro mundo. Encontrarlo tan cínicamente ideal. Sin la mochila de la historia y de la memoria atrás. ¿Desde qué punto se ve una obra? Como amenazan los recuerdos la mirada de otro que llega desde un lugar tan lejano. La época como una marca indeleble. La nostalgia, siempre de la mano y el morbo de la subjetividad. Esos caminos se cruzan muchas veces desde el punto de vista del que mira. No importa si alguien quiso contar algo totalmente ajeno a uno. Entonces agarramos esas imágenes (o la música o la historia o lo que fuere) y las hace parte de su yo. En esa transmisión de fotogramas que invocan sentidos perdidos por ese pasado que ya no es tal. ¿Mejor? No lo creo. Diferente… en algún punto quizás. Una locura adolescente seguramente. Un mundo visto desde los ojos de otro mundo encontrándose en un punto en común. Buenos Aires… Capital Federal mejor dicho. Bien sabemos que Buenos Aires significa unas cosas para unos y otras para otros. La Boca, Barracas, San Telmo. La cerveza y la pizza. Un “pizza, birra, faso” de otro estilo (dicho film se estrenaría al año siguiente). El tango y la cumbia, aunque no tengan mucho en común. El fútbol. Boca y River, con ambas hinchadas y las tribunas llenas. 



Los adoquines, que le daban ese color a una ciudad que se negaba a apagarse. El Riachuelo que ya había pasado los mil días, pero estaba peor que antes. Los años ´90. El mundo se despertaba, las guerras aumentaban, como así los países del planisferio. Empezaba otro tipo de libertinaje. Sobre el final de esa década ya el Sida no era la enfermedad rosa. Ya la homosexualidad en algunos países no estaba penalizada. Argentina estaba empezando a transitar una decadencia política que estallaría en 2001. El uno a uno y sus ventajas. Miami como segunda patria. El champagne poniendo mimosas a las mujeres del poder. Ese poder que cometía algunos de los crímenes más recordados. Las bandas más importantes que hacían fila para tocar. Y ciertos tipos creyéndose un Rolling Stone más. Daba para todo. Incluso para que algunos cineastas vengan a filmar… De su admiración por un tal Maradona pero sobre todo por la novela The Buenos Affaire de Manuel Puig, un día llegó a estas tierras Wong Kar-Wai. Nacido en China pero criado en Hong Kong, justamente un lugar donde bien saben que es ser visto por la mirada del otro, en plena pelea por si ese territorio era británico o chino. Vino para contar una historia de pasión, sábanas sudadas y desencuentros entre dos jóvenes que querían conocer las Cataratas del Iguazú. Tony Leung y Leslie Cheung eran los actores del momento, dos figuras claves del nuevo cine hongkonés. Bien sabemos que Kar-Wai más que guiones propiamente dichos suele tener muchos bocetos y es de utilizar la improvisación como parte importante de su rutina. 



El film sorprenderá con la fotografía en blanco y negro proporcionada por el clásico director australiano Christopher Doyle, habitual colaborador del cineasta. Durante ese período tendremos la presentación de personajes, conoceremos a Yiu Fai (que también será narrador de la historia) y a Po Wing, el viaje nunca hecho hacia Iguazú, la ausencia de Po y su vuelta, en medio de discusiones que terminarán en un hospital. Luego, la fotografía volverá al color que nos tiene acostumbrado el director. Esta reflejará la emoción de los personajes, el juego de colores y sus contrastes estarán directamente unidos a la experiencia de los mismos. Un juego que se combina con el tiempo, en un pase de baile bien tanguero. Habrá momentos monocromáticos, aparecerán los sepias por ciertas noches, pero como siempre, esos verdes y rojos, con algún que otro amarillo, se mezclarán para darle la clásica identidad Wongkarwaiana, su marca de poesía visual. Esa tenacidad en los colores y la cámara en mano nos meterá tan de lleno en esa habitación que por momentos nos obliga a alejarnos. Las imágenes de esos primeros planos y la cámara con movimientos temblorosos serán parte de ciertos encuentros del metraje. Sin embargo, por momentos todo se relajará y pasaremos a ser simples testigos de una pieza de baile o espiar por el vidrio de una puerta en el restaurant que Fai trabaja. Todos elementos visuales que utiliza el director para crear una atmósfera pesada y tensa, gracias también a perfiles bien diferenciados de los protagonistas. Fai es amable, tranquilo y está en búsqueda de un amor duradero y de un trabajo para poder regresar. Po Wing es terco, infiel y por momentos agresivo. Será él quien se vaya en busca de otros amores e incluyo llegue hasta la prostitución. 



El film tendrá una buena base de diálogos fluidos, donde la desesperanza por no poder volver a su país y tener que buscar lugares para dormir y trabajar marcarán la relación. Y sobre el último tercio de la película, aparecerá el tercer protagonista que acelerará la curva dramática de la película. Hablamos de Chang, un compañero de trabajo taiwanés de Fai. Será la otra voz que narre partes de la historia y aunque no esté tan desarrollada, será de vital importancia para el devenir de Fai. El tango, con Astor Piazzolla como protagonista, será el condimento ideal para enmarcar los fotogramas de esas calles porteñas. La película mostrará la trama del desarrollo entre los tres personajes principales y sus componentes locales. Desde los bares y las cantinas hasta los conventillos de La Boca. Desde los cines porno del microcentro hasta los baños de Constitución. Todo desde una mirada ajena, pero a la vez tan nuestra. Donde la suciedad y la belleza se unen. Una historia más de amor, de soledad, de desencuentros y de tristezas. Una historia más de almas que buscan un lugar mejor. De vidas que siguen su curso sin saber dónde van a dormir esa noche. Con la desilusión y la incertidumbre a flor de piel. De unas unos seres tan pequeños ante la inmensidad de esas cataratas. De que el fin del mundo no se termine en un simple faro. De una ciudad que parecía vida y muerte al mismo tiempo. El símbolo de una década que ya no está más. Y también a escucharnos. Porque “los oídos lo ven todo y mejor que los ojos” diría Chang. Y que parece raro, que ciertas miradas nos hagan acordar de esos viejos tiempos como si fuéramos nosotros mismos. Como si el mundo nos obligue a mirarnos en el espejo.

 

Marcelo De Nicola.-

 


Canción post impresiones

 



UNIVERSO WONG KAR-WAI

 



Nacido en China en 1958, emigró a Hong Kong a los 5 años de edad, por las dificultades para hablar el idioma cantones de su lugar adoptivo (él hablaba mandarín y dialectos de Shangai), iba con su madre al cine pasándose horas ahí dentro.

Empezó trabajando como guionista para la televisión, y después empezó una carrera junto a su amigo australiano Christopher Doyle, quien sería el director de fotografía de la mayoría de sus films, gracias a ese binomio, Kar Wai fue apodado “el poeta de la imagen”.

Su primer film fue en 1988, llamado El fluir de las lágrimas, donde la historia se centra en dos hermanos que están inmersos en el mundo de la mafia china.

Dos años después llegó Días salvajes, film con el que empezó a ser reconocido en diferentes partes del mundo.



En 1994 filma Ashes of Time, donde cuenta la historia de un armador de katanas en la antigua China, en un film de tono épico. El film ganó el premio a mejor fotografía en Venecia.

Ese mismo año llega uno de sus films más aclamados: Chungking Express, dos historias de amor en el pleno barrio turístico de Hong Kong. Un joven policía y una traficante de drogas por un lado. Un agente de policía y una camarera de un bar por el otro. Fue nominada a mejor película en varios festivales. Uno de los films preferidos de Quentin Tarantino.

Un año después filma la excelente Angeles caídos, un notable drama donde conviven un asesino a sueldo que quiere retirarse, una prostituta enamorada de el sin conocerlo, y un joven mudo que vive con su padre.

En 1997 estrena Felices juntos, la historia de Lai y Ho, dos jóvenes que vienen a Argentina en busca de una nueva vida, pero una vez en Buenos Aires, los caminos se separan, y Lai, que trabaja de portero de un bar, quiere volver a Hong Kong, cuando su antiguo amante Ho, aparece, la cosas ya no son iguales. El film ganó el premio al mejor director en Cannes.

El 2000 llega con una catarata de premios gracias al film Con ánimo de Amar, la historia de Chow, un redactor de un diario local que se muda a un edificio donde conocerá a Li Zhen, quien se acaba de ir a vivir con su esposo. Ellos se volverán cada vez más amigos, pero pronto descubrirán algo inesperado de sus respectivos cónyuges. Es la segunda parte de la trilogía iniciada en Días salvajes. El film consiguió el premio a mejor película extranjera en los Bafta ingleses, los César franceses, y en el Círculo de Críticos de Nueva York.



Participa del film Eros, una película dividida en tres episodios sobre el erotismo, la sensualidad y el amor. Junto a Steven Soderbergh y Michelangello Antonioni. Su segmento se tituló La Mano.

En 2004 cierra la trilogía iniciada en 1991 con el film 2046, sobre un escritor que escribía sobre el futuro, aunque en realidad estaba escribiendo sobre el pasado. Para muchos, la obra maestra del cineasta.

Llega a Hollywood en 2007 cuando estrena My Blueberry Nights, la historia de una jóven que realiza un viaje espiritual por América y a lo largo de la Ruta 66 se encontrará con diversos personajes. Nominada a la Palma de Oro en Cannes. 



El último largo que ha filmado fue El arte de la guerra en 2013, la historia de Ip Man, el mítico maestro de kung fu japonés (y maestro de Bruce Lee) y la bella Gong (la gran luchadora del país en ese momento) y su importancia en la civilización china, en la previa de la invasión japonesa de 1936.

En estos años está preparando Blossoms Shangai, una serie contada durante dos períodos: desde la década de 1960 hasta mediados de la década de 1970, el final de la Revolución Cultural; y desde la década de 1980 hasta principios del siglo XXI.
Sería una adaptación de la novela de Jin Yucheng que completaría una nueva trilogía junto a sus emblemáticos títulos ‘Deseando amar’ y ‘2046’.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Chun gwong tsa sit

Año: 1997

Duración: 98 min.

País: Kong Kong

Dirección: Wong Kar-Wai

Guion: Wong Kar-Wai

Reparto: Leslie Cheung, Tony Leung, Chen Chang, Gregory Dayton

Música: Danny Chung

Fotografía: Christopher Doyle

 

PELÍCULA COMPLETA

martes, 27 de agosto de 2024

DÍAS PERFECTOS - PERFECT DAYS DE WIM WENDERS

PROGRAMA 439 (02-08-2024)

 

SINOPSIS

 

Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos. Una serie de encuentros inesperados revelan poco a poco más de su pasado. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Están ahí pero no las vemos. Son esas pequeñas cosas que mientras avanzamos por la autopista de la vida nos aparecen de reojo y les negamos el sentido. Es esa belleza inmune a las tragedias de todos los días. Ahí no hay tristeza ni derrotas. No hay lamentos ni broncas. No existe la envidia ni el odio. Ahí, en ese mundo que dejamos pasar, están las flores del parque, con sus colores ilimitados y sus aromas profundos. Está el serpenteo de las hojas, que nos anuncia el clima que se está por venir. Están los silencios, que pocas veces son bienvenidos. Están los gestos que dicen más que mil palabras. Está ese café por la mañana que nos invita a soñar. Esos sueños que viajan en el aire mientras vemos un avión despegar. O en los vagones de un tren en el medio del campo, donde la nada parece que lo es todo. Está la tranquilidad del viaje a ninguna parte, donde no hay relojes ni rutinas. 



Está la noche a oscuras mirando las estrellas, en un campo alejado de las luces. Están las nubes y esas miles de formas que siempre imaginamos. O esa lluvia que deja el aroma a pasto mojado. Están los libros para ayudarnos cuando nos quedamos mudos. Está la música para hablar por nosotros. Están las lágrimas para recordarnos que somos humanos. Están las sonrisas que nos invitan a seguir viviendo. Está la vida que se pasa mientras nos olvidamos del presente. Porque el ahora es el ahora. Porque cada vida es un mundo y cada momento es único. Porque todo es efímero y la última palabra que leí ya es pasado. Por dejar atrás la tiranía del tiempo y vivir el momento. Porque nosotros somos los protagonistas que tendremos que lograr nuestros días perfectos.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE PERFECT DAYS

 


Entre otras cosas la modernidad ha traído consigo el desplazamiento del mito por el método científico, la reorganización de las sociedades y la muerte de dios. Todo aquel barullo frenético de máquinas, dinamismo y velocidad ha sido exquisitamente captado de diferentes modos a principios del siglo XX por el futurismo, movimiento artístico iniciado en Italia por Filippo Marinetti. Su colorido manifiesto reivindica sin dudas el advenimiento de aquel revoltoso futuro. El mundo se nos escapa de las manos como un puñado de arena que se desgrana a través de los dedos. El mundo, queda viejo a cada instante. Es por ello que sobrevivir en la aldea del progreso no es tarea fácil. El camino se ha poblado de turbios espejismos, los destinos son cada vez más cortos, más austeros, menos comprometidos. Todo es efímero e incompleto. Todo está en proceso y el error se esfuma en la extravagante promesa del mañana que encandila todas las miradas. En la aldea del progreso todo es superfluo y sin sustancia. Aquel frágil equilibrio de supuestas igualdades democráticas es sostenido a base de dispositivos narcotizantes que solo buscan mantener deprimidos los niveles de vitalidad, de autenticidad y de creación desestabilizadora. Buscan la pasividad ante el continuo y variopinto flujo de información y estímulos. La bestia nihilista que camina esta ensordecedora selva se reafirma en su voluntad de poder buscando jerarquizar, aunque sea de manera soslayada, sus relaciones. El amo y el esclavo juegan sus roles de manera salvaje devorando egos en aquel reflejo narcisista que se expande a través de las redes sociales. 



El fugaz poder buscado a través del  reconocimiento que implica, claro, la dinámica con un otro, se dirime en el vertiginoso juego de la exposición dentro de un dialogo universal que va a atravesar de forma extraña la experiencia del ser. ¿Cuál es el lugar que ocupa en todo este lio la exploración del yo? Hablo del detenerse en el hoy “a pesar de”. Hablo del exótico hábito de habitarse, de detenerse y contemplar. De salirse del perverso juego que propone la aldea para focalizar el ser dentro de otros matices. Hablo de la aventura fantástica de hallar desinteresadamente nuestros propios colores. De transitar aquella soledad que implica el no pertenecer o el pertenecer de otra manera. Hace algún tiempo, el periodista español Jesús Quintero, en sus memorables diálogos con Antonio Gala, le preguntaba dónde encontraba él la felicidad, a lo que el poeta contestó: Yo hace tiempo que no la busco. Me pasa como el amor… supongo que, si el amor tiene que volver otra vez a mi vida, tocara a mi puerta. No se puede andar por las esquinas buscando al amor, eso no conduce a nada. No conduce más que al insomnio y a la resaca. Y con la felicidad igual… la felicidad vendrá si tiene que venir y, sino, que la zurzan… porque tan poco es imprescindible. Lo que para mí es imprescindible es la serenidad. La serenidad es sentirse como una pequeña tesela de un gran mosaico, prescindible, mínima, confusa, pero en su sitio. Ahora bien, a partir de estas líneas de pensamiento podemos intentar algún tipo de acercamiento a la tridimensionalidad del personaje de Hirayama, protagonista del film Perfect Days dirigida y co guionada por nuestro amigo Wim Wenders.



El film pondrá como situación marco aquella aldea moderna antes descripta. En aquel vértigo de edificios infinitos, de tecnologías altamente avanzadas que intervienen lo más mundano del ser humano, lo más íntimo, como puede llegar a ser un baño público, de autos último modelo, de personas vencidas por el sistema, en aquella circunstancia es arrojado nuestro protagonista como contraste o contra punto de una sociedad narcotizada y neutralizada por el ensordecedor ruido del futuro. El film buscará ser más descriptivo que dramático. Simulará la repetición, esconderá la acción sutil como eficaz juego contra el ojo apurado. Estaremos frente a una película que buscará ser contemplada, que nos pedirá a gritos detenernos y observar; respirar y observar. La fotografía trabajará los colores fríos para representar a la sociedad y optará por los cálidos para narrar aquel mundo interior de Hirayama. En ese espacio reservado para sí mismo, se trabajará su particular conexión con la naturaleza utilizando los verdes de los árboles en delicada combinación con el azul de su vestimenta. La asociación de estos colores logrará transmitir calma y frescura. La mayoría del metraje trabajará con planos largos lo que dará el efecto de disminuir al personaje gracias a la relación figura fondo. La división en actos será difusa, pero habrá un claro recorrido a través de la curva dramática. 



Hirayama comenzará de una manera y culminará transformado. Seguirá mirando cada mañana el cielo con aquella sorpresa de quien mira por primera vez, con aquellos ojos de niño alegre que buscan sin presentir, pero finalmente dejará escapar un dejo de melancolía, una pequeña tristeza demostrando que los opuestos son siempre más reales que los absolutos. Hirayama tomará sus decisiones en un universo donde todo está preseteado, donde el algoritmo nos indica que música debemos escuchar o que película ver. Eso lo convertirá en una flor exótica, en una bella particularidad que evita el mundo de las falsas igualdades y equilibrios por aquel otro que implica el conocimiento y la discriminación. La lucha por la no disolución del yo propio en vistas de un yo social y general debe ser siempre nuestro objetivo y nuestra aspiración más fundamental. Tal como escribió la filósofa y novelista Ayn Rand, para decir “yo te amo” primero hay que decir “yo”. Detenerse solo en la búsqueda del reconocimiento y enredarse en discusiones insustanciales y banales es una característica del ser aquel ser que jamás se remite a instancias superiores del pensamiento, aquel que se asegura una vida confortable y sin obstáculos. Esto no quiere decir que uno deba tomar una moral heroica afectando una grandeza que no posee. Es necesario contemplar. Es necesario oír, empatizar y guardar un sano silencio para dar lugar a que otras melodías suenen para nosotros. Callar respetuosamente hasta que el murmullo cotidiano se convierta en un susurro inaudible y haga de aquello que nos queda, un puñado de días perfectos.              

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO WENDERS

 


Nació el 14 de agosto de 1945 en Düsseldorf, Alemania. Estudió parcialmente medicina y filosofía en la universidad de Friburgo de Brisgovia (en un momento llegó a planear convertirse en sacerdote), luego hizo fotografía. Estuvo a los 21 años en un curso (1966) en París, iba diariamente a la filmoteca y veía el nuevo cine. En 1967 finalmente comenzó a estudiar en la Escuela de Cine y Televisión de Múnich, que se abría ese año. Realizó varios cortos y su primer largometraje, Verano en la ciudad (1970). Cinéfilo apasionado y asiduo espectador de filmoteca, cultivaba ya en esos años la crítica cinematográfica en Filmkritik y en el diario Süddeutsche Zeitung. Su primera película comercial fue El miedo del portero ante el penalty (1971), basada en la novela homónima de Peter Handke. En sus primeros filmes se interesó particularmente por distintas manifestaciones de la cultura norteamericana. Componen este ciclo, en primer lugar, Alicia en las ciudades (1973), en la que reinterpretó el género de la road movie bajo un punto de vista personal. En El amigo americano (1977), basado en la novela de Patricia Highsmith El juego de Ripley, actuaron Bruno Ganz y los directores estadounidenses Dennis Hopper, Samuel Fuller y Nicholas Ray

 


Se trata de un thriller centrado en la cuestión moral, donde se presenta la amistad como valor en sí mismo. Con este film gana su primera Palma de Oro en Cannes. A partir de ese momento, e instalado en parte en los Estados Unidos, Wenders comenzó lo que podría denominarse su etapa más prolífica, encadenando títulos experimentales como Lightning Over Water (Relámpago sobre el agua) (1980), documental sobre la agonía y muerte del director Nicholas Ray, que lo codirigió, y HammettEl estado de las cosas (ambas de 1982) con historias intimistas como Paris,Texas (segunda Palma de Oro en Cannes, en 1984), El cielo sobre Berlín (1987) o su secuela ¡Tan lejos, tan cerca! (1993).

 


En 1985, había rodado una película singular, Tokio-Ga, sobre la vida del director japonés Yazujiro Ozu, el director con el que, dijo, más había aprendido en su vida. También rodó en Portugal, Lisboa Story (1995)Más allá de las nubes (1995), dirigida en colaboración con Michelangelo AntonioniEl fin de la violencia (1997), El hotel del millón de dólares (1999) 

 


y el documental Buena Vista Social Club (1999), un interesante recorrido por la música popular cubana que ayudó a revalorizar a legendarios músicos y cantantes cubanos como Omara Portuondo, Rubén González o Compay Segundo. En los 2000 llegaron films como Tierra de abundancia, Llamando a las puertas del cielo, Palermo Shootting (con Campino, cantante de Die Toten Hosen y Dennis Hopper como protagonistas), Pina (documental sobre la coreógrafa Pina Bausch), La sal de la tierra, Todo va a estar bien, Los hermosos días de Aranjuez, Inmersión y por último el documental sobre el Papa Francisco: un hombre de palabra.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Perfect Days

Año: 2023

Duración: 119 min.

País: Japón

Dirección: Wim Wenders

Guion: Takuma Takasaki, Wim Wenders

Reparto: Koji Yakusho, Yumi Aso, Tokio Emoto, Sayuri Ishikawa, Tomokazu Miura, Arisa Nakano, Min Tanaka, Aoi Yamada

Fotografía: Franz Lustig

 

PELÍCULA COMPLETA

lunes, 26 de agosto de 2024

NACIÓN ASESINA - ASSASSINATION NATION DE SAM LEVINSON

PROGRAMA 438 (26-07-2024)

 

SINOPSIS

 

Salem ya no es el de los juicios por brujería. De hecho, el Salem de los smartphones es mucho peor. El hackeo y la publicación de buena parte de la información íntima de sus ciudadanos hará que la gente de Salem pierda los papeles, desencadenando una ola de violencia que termina arrastrando a cuatro chicas, acusadas de estar detrás de este hurto cibernético y perseguidas como si fuesen brujas de nuestros tiempos. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

¿Cuántas veces dejaste pasar un comentario? Hablo de esos comentarios delicados, que sin saber cómo llegan a tocarle el hombro a tu autoestima. De esos comentarios, qué sin ser solicitados, delicadamente, en su prolijo ropaje de buenas intenciones, atraviesan tu ser permitiendo un abordaje de la otredad que viola cualquier permiso. ¿Cuántas veces agachaste la cabeza, naturalizando situaciones, porque la televisión las mostraba como eróticas, sexys, divertidas, porque las mostraba normales? ¿Cuántas veces comparaste tu cuerpo con el de otra persona, poniéndolo como un objetivo a alcanzar o tal vez como un modelo de belleza? ¿Cuántas veces te dijeron lo que tenías que ser, cómo sentir, cómo comportarte, cómo angustiarte; cuantas veces escribieron el texto por vos? Estamos atravesados por el texto, el cuerpo es hablado por el otro, somos categóricamente intertextuales. El pensamiento reflejo y reflexivo es lo que diferencia al hombre de otras especies. Es un producto social y debe su origen al lenguaje. Sería imposible entonces pensar sin aquel monologo interior, sin la palabra, sin nuestro ser social. Es por esto que la razón es siempre social y común. Razonamos para conocer y ese conocimiento se encuentra al servicio de la existencia, de la preservación pura del ser. La sociedad piensa en su conjunto y es productora de sentido común, por lo que existe entonces un conocimiento personal que responde al instinto de preservación propio, pero también un conocimiento social que vela por la preservación misma de una sociedad. 



¿Qué pasa cuando estos dos intereses entran en conflicto? ¿Qué pasa cuando dejas de ceder en función de la preservación social para poder ser vos mismo? Digo, cuando el comentario hace ruido. Cuando vos sos el límite del otro, de sus palabras, de sus miradas, de su deseo. ¿Qué pasa cuando dejas de agachar la cabeza? El resultado es claro: Solo en Argentina sabemos que ocurre un femicidio por día. Pero detallemos un poco más la estadística. Desde 1 de enero al 31 de mayo de 2024, hubo 114 feminicidios, tres lesbicidios, un trans/travesticidio y nueve feminicidios vinculados de varones adultos y niños. Según la ONU, se calcula que, en todo el mundo, 736 millones de mujeres –casi una de cada tres– han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, de violencia sexual fuera de la pareja, o de ambas, al menos una vez en su vida (el 30% de las mujeres de 15 años o más). El resultado, entonces, de decir NO a la sociedad es convertirte en su víctima. Es que la cacería de brujas comience, alertando a todas las entidades e instituciones al servicio del estado para preservar el interés común de la sociedad, para reescribir sobre los cuerpos de las almas perdidas el sentido común que el conjunto social ha elaborado tan meticulosamente. Mantenerte en secreto por el bien común, ese es el resultado. La moral, tal como decía Pizarnik, es la gramática del deseo.

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE NACIÓN ASESINA

 


Bullyng, sangre, abuso, clasismo, muerte, alcoholismo, uso de drogas, contenido sexual, masculinidad tóxica, homofobia, transfobia, armas, nacionalismo, racismo, secuestro, asesinato, atentado, acoso masculino, violación, sexismo, malas palabras, tortura, violencia, gore, armas, egos masculinos frágiles… toda esa orgía de palabras, están enquistadas en nuestra sociedad. No desde ahora, sino desde hace siglos. La violencia es parte de ese sistema perverso donde el más débil siempre pierde. Estamos en una época de miserabilidad alarmante, donde desde las altas esferas del poder proclaman venganza y lanzan improperios propios de adolescentes. Pero cuando eso llega desde ese tipo de personajes, todo se vuelve más oscuro y arcaico. Y las redes sociales y la virtualidad aumentaron estos tópicos de manera desmedida. Pablo Boczkowski y Eugenia Mitchelstein, periodistas de Anfibia, escribieron El entorno digital, de las que hay un par de muestras interesantes sobre cómo influyen en nuestras vidas. De ahí extraemos lo siguiente: El entorno digital no sólo envuelve la esfera privada, sino también la pública. Las campañas electorales están cada vez más vinculadas a lo digital, desde la innovadora campaña de Barack Obama en Facebook en 2008 hasta las más recientes, en las que los big data han desempeñado un papel fundamental, permitiendo a los partidos y candidatos adaptar sus mensajes y estrategias a diferentes grupos demográficos, como explica Daniel Kreiss en el capítulo 14. En sus redes sociales, los votantes pueden encontrar tanto publicidad política legítima como desinformación. En el capítulo 13, Víctor García-Perdomo reflexiona sobre cómo las organizaciones contrarias al acuerdo de paz en Colombia distribuyeron noticias falsas en las redes sociales para persuadir a los ciudadanos de que votaran en contra del acuerdo entre el gobierno y la guerrilla de las FARC. Las dimensiones sociales y políticas del entorno digital también son evidentes en la forma en que los organismos públicos y las empresas privadas hacen seguimiento de información, como el historial educativo y laboral de las personas, los informes financieros y los antecedentes penales. Estos datos, a veces recogidos sin consentimiento, pueden utilizarse para denegar préstamos y oportunidades de trabajo o para aumentar la vigilancia policial, con consecuencias potencialmente trágicas para las personas implicadas. 


Más adelante notaremos algo sobre el racismo y el machismo: En el capítulo 4, Brooke Foucault Welles analiza cómo, en su trabajo con Sarah Jackson y Moya Bailey, descubrieron que gracias a los medios sociales el movimiento Black Lives Matter pudo transmitir las perspectivas de los miembros de la comunidad y de los manifestantes, que luego fueron amplificadas por los medios tradicionales. La comunicación en los medios sociales informó a los artículos periodísticos, lo que, a su vez, tuvo un efecto poderoso en el modo en que las audiencias llegaron a entender las protestas, “incluyendo el enmarcarlas como justificadas y necesarias para lograr el cambio social”. Pero el conflicto en el entorno digital no es patrimonio exclusivo de las causas progresistas: las prácticas agonísticas también pueden ser desplegadas por los actores de extrema derecha. En el capítulo 15, Jennifer Earl analiza cómo los movimientos de la alt­right utilizan el entorno online para reclutar participantes, incluso confundiendo sus identidades y difundiendo información errónea y desinformación para lograr su objetivo. Del mismo modo, Sarah Banet-Weiser explica en el capítulo 5 que el auge del feminismo popular en línea fue contrarrestado por una misoginia popular reactiva también en red, que caracteriza el empoderamiento de las mujeres como un peligro para la sociedad. Reflexiona sobre la relación de esta misoginia popular con el auge de los candidatos y gobiernos de derechas en los Estados Unidos, Brasil y Hungría, que también han utilizado internet para ganar terreno en la esfera política. En Estados Unidos, precisamente en estas horas ha aparecido una polémica frase de su candidato a presidente Donald Trump “Kamala Harris no debe ser presidente porque es mujer y socialista”. Aunque la frase sería de 2020, no quita el pensamiento que tiene quien gobernó el país más poderoso del mundo entre 2017 y 2021. 



Todo este mundo de redes sociales, virtualidad, desinformación y odio está escalando cada vez más. Y no es extraño que esas palabras que mencionamos al comienzo, sean más comunes de lo habitual. Y son las que aparecen envueltas en los colores americanos, en el principio del film Nación asesina del año 2018… que haya sido durante la presidencia de Trump, no es casualidad. Y también es lo que pasará en poco menos de 120 minutos de metraje. El guionista y director Sam Levinson crea una película anárquica, caótica, bella e hipnótica, donde nada (y todo) es lo que parece. El hijo de Barry Levinson (director de Rain Man, entre otras) que ya había sorprendido en Sundance ganando el mejor guión con su ópera prima Another Happy Day, sorprende con una película multi género. Y lleno de homenajes. El comienzo, con un triciclo rodando por el medio de la calle es el primero de varios de ellos. Y también una respuesta a lo que va a venir, con la careta de ese nene con los colores de la bandera americana. La historia sigue a cuatro amigas de la secundaria, Lily Colson será la narradora y quien nos presentará a sus 3 mejores amigas Em, Bex y Sarah. Estaremos ante una película que estará claramente dividida en dos partes. En el comienzo, será la presentación de las protagonistas, la cámara irá de acá para allá, el montaje será frenético y veremos hasta tres historias a la vez dividida en la pantalla, generalmente en colores azul, blanco y rojo, como la bandera estadounidense. La música elegida por Ian Hultquist se inspira en música pop, rap o electrónica al estilo Air, Kanye West o Lana del Rey, en los que por momentos se asemejará a un videoclip musical, ésta se adaptará al momento de la película, desde lo tranquilo a lo explosivo. La segunda parte todo se volverá más oscuro, la música más atemorizante, la cámara perderá el ritmo mientras habrá algunos planos secuencia que sumarán para contar la historia, el rojo se transformará en un color clave en los fotogramas y las escenas de acción harán recordar inmediatamente a Tarantino, por esa violencia exacerbada pero hecho adrede. 



El director trabajará con una diversidad de planos que contribuyen a la continuidad de la historia, desde primeros planos de los protagonistas hasta planos generales del pueblo o de la escuela. La fotografía será más bien cálida en ciertos momentos, recordando films del estilo Blade Runner y habrá un contraste intenso entre luces y sombras. Utilizará luces de neón para crear un clima más penetrante, sobre todo en esa primera hora de película. También se servirá de la profundidad de campo para enfocarse más en los protagonistas. El film mostrará la importancia de las redes sociales, la viralización de ciertas acciones, el odio desde el anonimato, el escrache y todo se prenderá fuego. El pueblo de Salem, recordará la caza de brujas y el nivel de violencia irá escalando. La película se transformará en un alegato feminista pero antes de eso, habrá muchas cosas para atender. Será una mordaz crítica a la sociedad americana (aunque en algunos casos puede ser cualquier otra), a la moralidad, al contrato social establecido y al modelo de familia americana en sí. No estarán a salvo la escuela, la iglesia, la política y mucho menos la policía. Será un testimonio en contra del anonimato escondido detrás de un teclado, simbolizado en las máscaras y un abrazo a la lucha por la identidad de género. La caza de brujas hará efecto inmediato pero la disputa seguirá hasta último momento. Como en muchos casos vemos que ciertos dinosaurios no desaparecieron, los que parecían muertos reviven y las palabras que dijimos al comienzo se vuelven moneda corriente, para que todo se transforme en un apocalipsis zombie.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO LEVINSON

 


Samuel “Sam” Levinson, nació el 8 de enero de 1985, hijo de Diana Rhodes y del reconocido actor y director Barry Levinson (Buenos días Vietnam, Rain Man, Avalon, Bugsy, Sleepers, Mentiras que matan, etc). Empezó como actor en el film Toys dirigidos por su padre a los 8 años. Si debut detrás de las cámaras fue con el film Otro día feliz, con Ellen Barkin, Ellen Burstyn y Demi Moore, entre otros protagonistas, sobre una caótica familia y las desaveniencias durante la boda de uno de los hijos. Ganó el premio al mejor guión en Sundance. Su segundo film es Nación asesina. Luego creó y dirigió varios capítulos de Euphoria, una de las series del momento. Su protagonista, Zendaya, filmó su tercer largometraje: Malcolm y Marie, junto a John David Washington, filmado durante la pandemia de coronavirus, el film trata sobre la relación de un director de cine y su novia es puesta a prueba cuando regresan a casa tras el estreno de su película y esperan las reacciones de los críticos. Escribió el guión en seis días (a pedido de Zendaya, debido al parate de la serie) y la rodó en una casa privada durante la pandemia. El año pasado creó y dirigió The Idol, una serie sobre música y erotismo de 5 capítulos, con Lily-Rose Depp y Le Weekend.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Assassination Nation

Año: 2018

Duración: 110 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Sam Levinson

Guion: Sam Levinson

Reparto: Odessa Young, Hari Nef, Suki Waterhouse, Abra, Colman Domingo, Bill Skarsgård, Joel McHale, Anika Noni Rose, Bella Thorne, Maude Apatow, Cody Christian, Danny Ramirez

Música: Ian Hultquist

Fotografía: Marcell Rév

 

PELÍCULA COMPLETA