Mostrando entradas con la etiqueta Lee Chang-Dong. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lee Chang-Dong. Mostrar todas las entradas

martes, 3 de septiembre de 2024

BURNING - BUH-NING DE LEE CHANG-DONG

PROGRAMA 442 (23-08-2024)

 

SINOPSIS

 

Cuando hace una entrega, Jongsu (Yoo), un joven mensajero, se encuentra por casualidad con Haemi (Jun), una chica que vivía en su vecindario. La joven le pide que cuide a su gato durante su viaje a África. A su regreso, Haemi le presenta a Ben (Yeun), un joven misterioso y con dinero que conoció allí. Un día, Ben revela a Jongsu un extraño pasatiempo que tiene... Adaptación de una historia de Haruki Murakami. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Apareció como de la nada. Su sonrisa blanca brillaba en medio de una marea humana. La estación de Retiro, en época de Navidad, siempre resulta ser un caos. Las corridas y las valijas tropezando estaban a la orden del día. Los altoparlantes nombraban empresas, lugares y hasta nombres de personas que no se encuentran. Al contrario del mundo, ella caminaba con una paz ajena a todo, como en cámara lenta. Su piel blanca y su mirada felina en unos ojos no tan redondos, le habían dado el apodo más clásico, pero “la China” lo tomaba como algo natural. Quizás chocamos nuestras miradas, pero el primer encuentro se dio cuando un paquete se cayó sobre mis pies. Ni siquiera atiné a agacharme cuando ella lo levantó como un rayo, agradeciéndome de todos modos. Luego, minutos después, ambos quisimos parar el mismo taxi. Como un gesto de caballerosidad, dejé que se suba ella, pero me sorprendió cuando dejó la puerta entre abierta para que me sume al paseo. No tenía idea donde viajaba cada uno, pero sentí que una oportunidad así no se desperdicia. Así me enteré que era del norte del país y viajaba a un congreso de medicina que se haría al mediodía. Tenía ya el lugar de alojamiento y sorprendentemente me pidió que sea su guía para unas horas en la ciudad de la furia, lugar que sólo había visto por televisión. Dudé unos instantes, pero su simpatía fue más fuerte. Esa espontaneidad me había llamado la atención como nadie. Luego de pasar por casa para cambiarme y asearme, llegué al lugar del encuentro. Mientras caminábamos, sus historias salían de su boca como si fueran pequeños cuentos. Era casi un monólogo que quería que sea infinito. Aparecían y desaparecían personajes como por arte de magia. Ya los sentía como de mi propio universo. El Obelisco, San Telmo, La Boca se trasformaban en vagos testigos de su encanto. Hasta el Riachuelo parecía tener mejor aroma con ella al lado. Bajamos por la boca del subte, que para la China era como una película de ciencia ficción. Había algo triste en su miraba que no podía descubrir. 



Hablaba de fogatas ancestrales y árboles que se encendían cada noche. Cada vez que decía la palabra fuego era como un multiverso de gestos. Su voz cambiaba, su piel se oscurecía, sus ojos como nunca se volvían más circulares. Pero de la nada cambiaba de tema y como si fuese un juego nombraba pueblos y parajes olvidados por Dios. La llegada a Palermo contrastaba con toda esa historia. Yo hubiese preferido otros sitios, pero había que hacer lo clásico en poco tiempo. Me habló de su infancia, de las tardes al sol con su abuela preferida, de los velorios largos por ser familia numerosa y de sus mascotas. Las horas parecían segundos y casi de forma automática volvimos para su hotel. Por mi parte, casi no había hablado. Solo me limité a observar y deducir. Había tanto para preguntar, pero a la vez tan poco. Ni siquiera mi alma de periodista quiso romper ese hechizo. En la habitación una copa de champagne ofició de bienvenida. Nos abrazamos cálidamente e inundamos las sábanas como una pareja que no se ve durante meses. Como si fuera el amor del más puro. Me desperté cuando el sol iluminaba mi cara. El silencio tenía un sabor amargo. Las copas de champagne estaban como nuevas. No había nada más alrededor, solo un anotador con ciertos garabatos. Su valija ya no estaba. Su ausencia lo tapaba todo. Bajé raudamente y me fui hasta la terminal de Retiro pero no la encontré. No tenía ni una foto. Solo era “la China”. Cada época cercana a la Navidad me acerco hasta la terminal a ver si esa blanca sonrisa aparece de golpe. Entre cientos de papeles encontré nombres de esos pueblos y parajes, algunos que ni aparecían en el mapa. Llevo recorrido 2467 kilómetros. Solo su voz y algunas imágenes borrosas de su rostro se me aparecen cada tanto. La oscuridad se acerca al costado de la ruta, la vuelta se hace más eterna. Mientras a lo lejos, los árboles vuelven a prenderse fuego cuando se asoma la primera estrella…

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE BURNING

 


Borges escribió alguna vez respecto de su estilo de escritura que él no era poseedor de ninguna estética, que el tiempo le había enseñado algunas astucias. Siempre recordamos aquellos versos de Angelus Silesius que decían: La flor es sin porque, florece porque florece. No tiene preocupación por sí misma, no desea ser vista. Gran alivio para el creador ¿verdad? Hablo de aquel que tiene la pulsión creadora y que ejerce sin engaños ni posturas su disciplina, de aquel que vive una vida artística y no de ese otro que es poeta de 9 a17, lleno de especulaciones y necesidades ajenas. Muchachos, Muchachas… la flor es sin porque. Borges en aquel párrafo, entonces, agrega dos factores esenciales: tiempo y astucia. Escribir es ser verosímil en el desarrollo del engaño. Atención que no dije verídico, la verdad es otra cosa. Artísticamente hablando, la verdad no tiene ningún valor ya que precisa de una rigurosidad de la que el proceso creativo carece. Al igual que el mago con su acto de magia, quien escribe, debe preparar sus artilugios de manera sutil, dosificada e inteligente. Descubrir el hilo, encontrar la carta, baja de manera automática al lector del relato, levanta sin dudas al espectador de su butaca. Tiempo para lograr que la agilidad de nuestras manos sea infalible, para descubrir cuales son aquellos movimientos que somos capaces de realizar para esconder las cartas con mayor eficacia. Tiempo para entender el juego, para no detenernos en el porqué de la flor, para aceptar de una buena vez su falta de preocupación por sí misma. Esto no nos exime de estar atentos a los detalles, muy por el contrario, pero sí nos da la libertad para que las imágenes fluyan aboliendo aquella actitud detectivesca que aniquila toda creación. Astucia para adiestrar nuestros sentidos. Para ver en la piedra al David y saber que solo hay que quitar lo que sobre para descubrirlo. 



Astucia para lograr que no te distraigas nunca de mi voz, para lograr entretenerte, que no es otra cosa que tenerte entre. Para aguzar el oído y la vista y lograr así que nuestros relatos sean honestos y estén vivos. Podemos llegar a comprender el relato fílmico Burning del director y guionista Lee Chang - Dong como el desarrollo de un proceso creativo realizado por un escritor. Juguemos con aquella posibilidad. Después de todo, la palabra juego está siempre emparentada a cualquier proceso creativo. Stephen Nachmanovitch, nos recuerda en su libro Free Play que para que la creación fluya hay que tomar una actitud acrítica y jugar con la misma seriedad que lo hace un niño. El vocablo inglés para designar la interpretación actoral no es otra sino play, jugar, play a rol. Al guión cinematográfico se lo denomina como screenplay. Pero volvamos al film. La película comienza sobre la pantalla negra de los títulos. Abre primero el audio con la vaguedad de una idea que comienza a gestarse, como algo que llega desde lejos, por partes, una propuesta, una invitación al juego, un primer estímulo para que nuestra creatividad comience a armar el rompecabezas, un sentimiento al que habrá que poner atención para realizar aquel bello juego de la mente llamado pareidolia, esa capacidad de encontrar formas a través de patrones vagos. Como quien encuentra formas observando una nube, llegará entonces la imagen a vestir a aquel audio. El director decidirá presentar a su protagonista desde la ausencia. Lee Jong-Su es un joven escritor que durante todo el metraje se jactara de su intención de comenzar a escribir una novela. Es probable que la elección de presentarlo desde la ausencia responda a esta idea invisible de la mano del autor en una obra. Este desaparecer de quien escribe para que la obra tome su propia identidad. Igual que dios con su propia creación, el autor siempre es desde la ausencia. La primera imagen que nos entrega el film es la de una bisagra de gran tamaño en primer plano. 



Viene entonces a nuestra mente, de forma casi instantánea, aquella idea de Gabriel García Márquez respecto del oficio del escritor, donde realiza la analogía de la carpintería. Márquez dice que el escritor debe hipnotizar al lector para que éste no piense sino en el cuento que se le está contando. Eso requiere de una enorme cantidad de clavos y bisagras para que no despierte. La técnica de escribir depende de esa carpintería. El metraje continuará y el protagonista caminará por la desbordada ciudad. Ruido ensordecedor de autos, una muchedumbre yendo y viniendo, parlantes vendiendo productos. Allí el caos de la creación, caos que, por otra parte, la mano del artista debe ordenar para darle algún sentido. En esa primera secuencia podemos ver la materia prima del escritor, del artista. De aquel pan es de donde debe nutrir su arte. Trabajar sobre universos que uno conoce hace que la imaginación fluya, hace que ese universo que envento sea orgánico y verosímil. Cuando hablamos de construcción de universos, hablamos de la creación de aquel lugar que podemos habitar internamente, sea real o no. El caos se reducirá entonces a ella, Shin Hae-Mi. Nuevamente la pareidolia, la capacidad de encontrar una forma, su personaje, entre patrones vagos, la masa de gente. Espinoza decía lo siguiente: «Nadie hasta ahora ha determinado lo que puede un cuerpo». Para empezar a escribir debemos visualizar cuerpos, formas concretas, detalles. Ella le hablará primero y le dirá que se conocen de antes. Él no la recordará. Ibsen decía que el primer contacto con sus personajes era como si cruzaran miradas en un viaje a larga distancia. Allí, él observaría su apariencia y conversaría de algunas trivialidades como para empezar a conocerse. Será en esa misma escena donde ella le dirá que no la reconoce porque se ha realizado una cirugía estética. Hay algo de ella, como personaje en construcción, que se resiste al autor. Él la conoce porque es parte de su universo, pero no la recuerda porque aun la está construyendo, tridimencionando



Ella introducirá más a delante a Ben, personaje que conocerá en su viaje a África (destino típico de los escritores llamados malditos, recordemos que Rimbaud vivió hasta casi su muerte en aquellas tierras). Lee Jong-su lo definirá rápidamente marcando la fuerza de intención del personaje, aquella característica central que guiará su accionar, su motivación, su deseo. Lo comparará con el protagonista de una obra de otro escritor, Scott Fitzgerald, dirá es un Gran Gatsby cualquiera. Con el correr del drama, ella le comentará que está estudiando pantomima e instalará de ese modo aquella idea de la inteligencia mimética de los actores. La capacidad de entender y hacerse entender a través de un sistema de signos que se crean en el cuerpo, la capacidad de crear en su cuerpo, la presencia de una ausencia. Ella logrará como personaje hacer presente en nuestro protagonista el recuerdo de un amor olvidado, la memoria de un pueblo que cambio, una libertad perdida, una pasión que ya no sentía. Nadie escribe a partir de una idea. La idea por si sola nunca es fecunda, no moviliza, es siempre un prejuicio, siempre un juicio previo. Es el carro delante del caballo. Lo que genera movimiento, lo que encierra un mito, lo que posee una hipótesis poética es siempre la imagen. Sartre decía que es solo frente al otro que el yo aparece y se manifiesta. Ese otro es imagen y solo en aquel paño podremos vestir otras morales, otros valores, solo en aquel paño podremos ponerle voz a la demencia y vestir el andrajoso ropaje de los excesos. Kartún decía que si el poeta tiene la pulsión de mirar alrededor suyo una multitud de seres alados que vuelan sobre él, el dramaturgo además tiene la pulsión de convertirse en ellos. Habitar esas almas es siempre el gran desafío de este juego, aunque aquello nos quite el sueño y en la oscuridad de la noche, a veces, pensemos en graneros que se derrumban al incendiarse.

 

Lucas Itze.-  

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO LEE CHANG-DONG

 


Nacido en Daegu el 1 de marzo de 1954, se graduó en filología coreana a mediados de los ´80. Trabajó como director de teatro y profesor de lengua en una escuela secundaria hasta convertirse en uno de los novelistas más exitosos de su país gracias a El Botín. El cambio de rumbo lo dio a mitad de los ´90 cuando escribió los guiones de los films de su amigo Park Kwang-suTo the Starry Island y Single Spark. Luego llegó su primer largometraje, fechado en 1997 bajo el nombre Green Fish, una crítica de la sociedad coreana a través de los ojos de un joven que se ve atrapado en el submundo criminal. En 2000 hizo Peppermint Candy, la historia de un hombre soltero a lo largo de veinte años de historia de Corea del Sur en orden cronológico inverso (desde la revolución estudiantil de 1980 hasta 2000). 



La misma pareja de protagonista se une para el film Oasis, con el que gana el León de oro a mejor director en el Festival de Venecia. En 2007 llega Secret Sunshine, la trágica historia de una mujer que enviuda y se va a vivir con su hijo a otra ciudad. Termina de hacerse conocido en el mundo gracias a su film del año 2010 “Poesía para el alma”, un melodrama que mezcla la poesía, la vejez y la dura enfermedad del Alzheimer. 



Logra el premio a Mejor Guión en Cannes. Su último film es quizás el más conocido, hablamos de Burning, un extraño thriller basado en una historia de Haruki Murakami,q que llegó a Netflix estos últimos años. Logró premios y nominaciones en muchas partes del mundo

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Buh-ning

Año: 2018

Duración: 148 min.

País: Corea del Sur

Dirección: Lee Chang-Dong

Guion: Lee Chang-Dong, Jungmi Oh. Historia: Haruki Murakami

Reparto: Yoo Ah-in, Steven Yeun, Jeon Jong-seo, Gang Dong-won, Moon Sung-keun

Música: Mowg

Fotografía: Hong Kyung-pyo

 

PELÍCULA COMPLETA

domingo, 29 de agosto de 2021

OASIS - OASISEU

PROGRAMA 338 (06-08-2021)

 

SINOPSIS

 

Jong-Du, un hombre con una leve discapacidad psíquica, acaba de salir de la prisión después de cumplir condena por un atropello accidental. Al volver a casa, su familia no lo recibe precisamente con los brazos abiertos, pero aun así, intentará adaptarse. Un día decide hacer una visita a la familia del hombre muerto en el accidente, y conoce su hija, Gong-Ju, que sufre parálisis cerebral, y a quien su hermano está abandonando en un miserable apartamento. Jong-Du y Gong-Ju pronto mantendrán, después de un primer encuentro conflictivo, una relación amorosa que sufrirá la incomprensión de aquéllos que los rodean. Aclamado film ganador de numerosos premios en festivales. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Caminan entre una densa niebla que los rodea. Impertinentes, aparecen como por arte de magia en el momento menos esperado. Aunque muchos no los vean, ellos siempre están. Son invisibles para cierta parte de la sociedad. Son material de descarte o de ocultamiento según la mirada de turno. La inocencia y la inmadurez son demasiado para este mundo. Así ellos encararán esta vida entre ilusiones y sueños. Seguirán jugando a ser los actores principales de su película. Navegarán en las aguas turbias de la inconciencia y serán presa fácil de ciertos lobos feroces que carecen de sentimientos. Serán sus palabras su principal virtud y también su principal defecto. Las que los condenarán o salvarán depende quien las escuche. 



Aunque quien va a escuchar a esos seres invisibles que para la mayoría no tienen voz ni voto. No les quedará otra opción que seguir deambulando en el desierto de la vida escribiendo ese guión, sin saber realmente cuál será el final. Serán los distintos, los que tendrán esa sonrisa marcada aunque estén atravesando la peor de las tragedias. Aunque ellos ni se enteren. Y aunque parte del mundo se encargue de exponerlos una y otra vez. Será tiempo de entender que ciertas anormalidades son más normales que la vida misma. Que ciertas miradas incomodan más a nosotros que a ellos. Y que ellos serán nuestros espejos para encontrar nuestra propia inocencia. Sólo así podremos transitar ese camino cubierto de tinieblas hasta llegar de una vez a ese esperado oasis.

        

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE OASIS


 

Vivimos inmersos en una cultura que tiende al bien y que hace del mal su peor enemigo. Es por esto que aquella moralidad esclava de la cual deriva lo malo, en contraposición naturalmente con el accionar noble del cual surge lo correcto y lo bueno, es atacada con los peores alaridos y combatida intensamente con el accionar de un complejo entretejido de sistemas. En consecuencia entonces de esta tendencia hacia lo apropiado, las sociedades desarrollan sus valores y se arman así de un conjunto de normas que estipulan y demarcan las conductas y con ello también las relaciones entre los seres, derivando inminentemente en la delicada construcción de la moral. Es en esta estructura binaria donde podemos entender que es indispensable para el desarrollo del concepto del bien una elaboración opuesta a la cual contraponerse. El objetivo claro del bien es librar una lucha contra el mal y de esta manera diferenciarse, distanciarse. El sentido de ese concepto, de toda construcción moral y ética es aquella diferencia, aquella batalla. Platón por su lado niega la existencia del mal. Nos dirá el filósofo griego que el mal no existe, el mal es ignorancia. Educando a la sociedad no habría errores. Pensamiento que se desprende, claro, de las acaloradas reflexiones respecto del asesinato de su maestro Sócrates por el estado de Atenas. Una sociedad educada, entonces, sería una sociedad libre de todo mal. ¿Pero cómo sería aquella sociedad donde el bien impere? ¿Cómo distinguiríamos lo correcto sin su contracara, sin su opuesto? ¿Cómo sabríamos si hacemos el bien si nuestras acciones no tienen una identidad contraria con la cual distinguirse, a la cual denunciar? El bien, entonces, es funcional al mal por necesidad. Genera muchas veces las condiciones para que éste exista. 



Bertrand Russell decía: no puedo evitar escandalizarme pensando que lo único malo que tiene la conducta más perversa sea que a mí no me guste.  Nietzsche en este sentido agregaba que lo que se hace por amor se hace más allá del bien y del mal. El film Oasis del coreano Lee Chang – Dong expone estas ideas en el desarrollo de su conflicto. La película trabajará sobre la relación de dos personajes con diferentes patologías, Jong – Du padecerá un retraso madurativo mientras que Gong – Ju una parálisis cerebral. A su manera cada uno de estos personajes experimentará una sensación de libertad que conllevara el enfrentamiento en solitario de la propia vida. El punto de ataque que trabajará el film instalará el comienzo del relato en el momento en que él es liberado de la cárcel y ella es abandonada por su propio hermano. Dos soledades que se encuentran de alguna manera. Dos diferentes respecto de la normalidad establecida e impuesta que se buscan y se conectan conjugando sus fantasías y sus falencias, adaptando sus necesidades, enamorándose de la única manera posible que no es otra que la que supone la entrega más absoluta. El relato estará planteado desde el punto de vista de Jong – Du y toda la fotografía del film será funcional a la reproducción del estado de ánimo de este personaje. Habrá mucho trabajo de cámara en mano el cual generará cierto movimiento del cuadro para provocar en el espectador una tensión y ansiedad similar a la que vive el protagonista de la obra en todo momento. El film nos tenderá una trampa en la que caeremos abiertamente. Una trampa que buscará exponernos en lo más profundo de nuestros conflictos éticos y morales. 



El cebo de esa trampa estará en la construcción del personaje principal. Jong – Du no generará empatía. En todo el primer acto de la narración, y recordemos la importancia de esta instancia para el héroe de la obra ya que será el momento destinado para la presentación tanto de él como de su conflicto, no habrá conexión empática de ningún tipo con el espectador. A Jong -  Du se lo mostrará hiperactivo, ventajero, entrometido, avasallante, desconsiderado. Jong – Du al rato de conocer a Gong – Ju intentará violarla. Y allí habrá un roce profundo con nuestros límites. Hemos hablado en este mismo foro más de una vez sobre films donde no coincidíamos o muchas veces nos encontrábamos en las antípodas de las actitudes o valores de sus personajes protagónicos. Basta recordar a Juha de “Los perros no usan pantalones” o el mismísimo Dr. Jano de “La niña Santa” Pero Oasis no es el caso. Lee Chang – Dong, su director, apostará a más. Jugará más fuerte. Ira por todo. Habrá un desafío profundo y nuestra indignación será tan fuerte como el martillo de la trampa en la que caeremos. Bastante entrado el segundo acto descubriremos el retraso madurativo y la terrible soledad en la que vive aquel hombre que habíamos juzgado tan abiertamente. El descubrimiento tardará en llegar, el dolor no. Entre copas y en un intento voraz de simplificación Enrique Symns me explicó alguna vez que la pulsión es tocarte una teta, el deseo en cambio es invitarte un café. Simple pero efectivo. Jong – Du será todo pulsión. 



Su retraso no le permitirá medir consecuencia alguna. Nadie lo mencionará, claro, menos en su entorno que solo buscará juzgarlo de la manera más cruel, pero como bien sabemos, uno es lo que es aunque todos los demás nos definan como lo contrario. Esto quizás traiga en quien observa algo parecido a una crisis moral.  Esta trampa buscará replantearnos la construcción ética que dirige nuestra mirada y que cimienta las bases de aquello que consideramos correcto o incorrecto. Expondrá con claridad la necesidad urgente de crear un malo condenable para acomodarnos al instante en aquel paraíso distante construido para esos otros tipos que llamamos buenos. Expondrá la necesidad de deconstruir lo construido. De dudar de aquello que nuestros sentidos juzgan. El poder nos ejecuta normalizando. El poder se inscribe en nuestros cuerpos, en nuestra mente haciendo de nosotros reo y vigilante. Amo y esclavo. Víctima y victimario. Las cosas, queridos amigos y amigas no son lo que son sino lo que somos. Somos aquello que la pluma del poder narra. Aquello que necesita que seamos. Lo real es siempre el relato.   

                                                                                                              

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO LEE CHANG-DONG


                    

Nacido en Daegu el 1 de marzo de 1954, se graduó en filología coreana a mediados de los ´80. Trabajó como director de teatro y profesor de lengua en una escuela secundaria hasta convertirse en uno de los novelistas más exitosos de su país gracias a El Botín. El cambio de rumbo lo dio a mitad de los ´90 cuando escribió los guiones de los films de su amigo Park Kwang-su, To the Starry Island y Single Spark. Luego llegó su primer largometraje, fechado en 1997 bajo el nombre Green Fish, una crítica de la sociedad coreana a través de los ojos de un joven que se ve atrapado en el submundo criminal. En 2000 hizo Peppermint Candy, la historia de un hombre soltero a lo largo de veinte años de historia de Corea del Sur en orden cronológico inverso (desde la revolución estudiantil de 1980 hasta 2000). 



La misma pareja de protagonista se une para el film Oasis, con el que gana el León de oro a mejor director en el Festival de Venecia. En 2007 llega Secret Sunshine, la trágica historia de una mujer que enviuda y se va a vivir con su hijo a otra ciudad. Termina de hacerse conocido en el mundo gracias a su film del año 2010 “Poesía para el alma”, un melodrama que mezcla la poesía, la vejez y la dura enfermedad del Alzheimer. 



Logra el premio a Mejor Guión en Cannes. Su último film es quizás el más conocido, hablamos de Burning, un extraño thriller basado en una historia de Haruki Murakami,q que llegó a Netflix estos últimos años. Logró premios y nominaciones en muchas partes del mundo

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Oasiseu (Oasis)

Año: 2002

Duración: 132 min.

País: Corea del Sur

Dirección: Lee Chang-Dong

Guion: Lee Chang-Dong

Música: Lee Jae-Jin

Fotografía: Choi Yeong-Taek

Reparto: Sul Kyoung-gu, Moon So-ri, Ahn Nae-sang, Ryoo Seung-Wan, Chu Kwi-Jung, Kim Jin-Gu, Son Byung-ho, Park Myeong-Shin

 

PELÍCULA COMPLETA