SINOPSIS
Jay, de 18 años, tiene su primer encuentro sexual con
su novio en la parte trasera de un coche. Tras el hecho, aparentemente
inocente, la situación se pone algo tensa cuando su novio hace que ella se
desmaye. Al despertar, el joven le explica que lo hizo para ahuyentar a una
serie de espíritus que lo acosan. A partir de ese momento, es Jay quien sufrirá
las consecuencias de ese acoso, encontrándose sumergida en visiones y
pesadillas; teniendo la sensación de que alguien o algo la observa.
EDITORIAL
El
precio del placer
Estaba recostada en su cama, rodeada de su perfume que
embriagaba cada uno de mis sentidos. Él se deslizó sobre mí. Me
besó con suavidad, pero intensamente. Quitó los despojos de la ropa interior que me quedaba, y metió sus dedos
dentro de mí. La sensación fue como una explosión cerebral de Victoria, algo
que no conseguía entender y tampoco necesitaba explicar. Lo único que sabía era
que necesitaba más. Lo besé fuerte, metí mi lengua en su boca. El también
perdió posesión de sus últimas telas y me penetró. Al principio con urgencia,
luego más suavemente. Y así yacimos. Dando goce el uno al otro, solo que esta
vez se sentía distinto. Yo no era ninguna virgencita, y sin embargo esta clase
de placer era diferente. Era como si tomase mi corazón, mi cabeza, y
absolutamente todo lo que contenían mis caderas. Era una entrega total. Algo
ató no sólo nuestros cuerpos, sino todo ese conjunto de cosas que conforma nuestras
identidades y las mezcló por un rato. Hasta que todo terminó. Y me invadió un
sentimiento de melancolía ajena. Yo estaba bien, estaba entera, con buenos
ánimos y no tenía ningún problema. Y sin embargo me empezaron a llover los
ojos. No sé si eran las sábanas lilas, las cortinas a juego, o él, que yacía al
lado mío. Me miró y por primera vez le vi una sonrisa en esa cara seria que
tanto me atraía.
—¿Qué
te pasa? —preguntó.
—Ni idea —dije, sintiéndome idiota.
Era un bajón, una vergüenza. Agarró mi cara entre sus
manos y sonriendo me dijo:
- Dejaste un poco
de la felicidad que traías y te llevas algo de la tristeza que aquí residía.
Quizás vos la puedas sopesar mejor que yo. Muchas gracias-.
Todo me dio un rejunte de vergüenzas, ajena, propia… agarré
mis cosas y me empecé a vestir. Le dije que me abra, necesitaba estar lo más
lejos posible. Sola, para poder romperme tranquila. Salí de su casa casi
corriendo y me fui caminando hasta la parada del bondi. Lloraba libremente ese
dolor foráneo. Una cuadra antes de llegar a la parada vi que de la nada, en
plena calle desierta salía un tipo como si se hubiera generado espontáneamente
y corría a toda velocidad hacia mí. Yo me quedé paralizada y esperando el
impacto, sabiendo que seguro me robaba. Pero lejos de eso, me atravesó como si
fuese de humo. Me di vuelta estupefacta y lo vi que seguía corriendo hasta que
desapareció. Al toque vino el bondi así que me subí sin cuestionarme nada
demasiado, porque todavía me dolía el pecho de ese no sé qué. Llegué a mi casa,
le di de comer al gato y me acosté a dormir profundamente. Me
desperté con la garganta seca, como si hubiera tragado arena, y los ojos
pegajosos de tanto llorar. El cuerpo me dolía, pero de una forma difusa,
fantasmal. Me sentía lejana de mí misma. El gato me observaba desde el borde de
la cama con una atención inquietante. Sus pupilas, negras y enormes, parecían
un agujero en la tela del mundo. Fui al baño tambaleando, cada paso como si
caminara bajo el agua. Me miré al espejo. La piel estaba cenicienta. Los ojos,
hundidos. La boca, más pálida de lo normal. Bajé la vista y me quedé sin aire. Desde
mi entrepierna hasta el ombligo subían unas manchas negras, como raíces que se
abrían paso bajo la piel. Se retorcían en formas orgánicas, oscuras. Vivientes.
Me toqué. La piel ardía. Pero no de fiebre. Era otro tipo de calor, uno que
venía de adentro. Como si algo me estuviera germinando en el vientre. Me metí a
la ducha sin pensarlo. El agua cayó con fuerza, pero las manchas no se
movieron. No se iban. Volví a la cama. Me acurruqué bajo las sábanas, envuelta
en esa sensación viscosa de extrañeza y miedo. Dormité. Al despertar, sentí que
ya no estaba sola. Parada junto al placard, había una mujer. Estaba desnuda.
Tenía el pelo largo, empapado, como si acabara de salir de un río. No tenía
ojos. Solo dos cuencas negras que parecían succionar la luz. No decía nada.
Solo me miraba. Si es que eso era mirar. Parpadeé. Desapareció. Me senté de
golpe, el corazón galopando dentro del pecho. No estaba loca. O tal vez sí. Me
vestí con lo primero que encontré y salí a la calle. Todo seguía igual. Pero
no. La gente caminaba, hablaba, iba y venía. Pero entre ellos, de tanto en
tanto, aparecían figuras que no encajaban. Un nene con el cráneo hundido, una
mujer sin piernas que se arrastraba sin que nadie se inmutara. Algunos me
miraban fijo. Otros simplemente estaban. Como manchas en la tela de lo real. Pasé
frente a una vidriera. Me vi reflejada. Las manchas seguían ahí. Y habían
subido. Me rozaban el esternón. Algo se había roto. Algo se había metido en mí.
Y
yo me había llevado mucho más de lo que imaginaba.
Camila Dubinsky.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES
SOBRE TE SIGUE
La esquina está a 50 metros, empiezo a caminar más rápido, deseando llegar lo antes posible. Miro hacia alrededor para ver si hay alguien, pero estoy completamente solo. La luz del cruce de calles titila sin fuerza, como por obligación. Cuando estoy llegando… pum! Se apaga de golpe. Mis piernas se entumecen, mi respiración se agita cada vez más. El ladrido de los perros aumenta más mi temor. Mi sombra desaparece. Solo siento mis pasos y cierta respiración. ¿Es la mía? ¿O estaré volviéndome loco? Doblo a pasos agigantados cuando de pronto me topo con un sombrero enorme y empiezo a correr desesperado. Siento que la muerte acecha y llego hasta la puerta de mi casa. Como en cada película de terror, se atasca la llave y pienso que puede ser demasiado tarde. Logro entrar y cierro con fuerza. Miro por la ventana y veo una pobre anciana caída en la esquina. Ahí tendría que estar el verdadero terror, a los de nuestra propia especie. Por eso caminamos mirando para atrás constantemente. ¿Un ente que nos sigue? Quizás eso sería lo más conveniente. Entonces me pongo a pensar y a rememorar… ¿Cuándo tuvimos miedo por primera vez? ¿En qué momento reconocimos a la muerte como tal? Sabiéndonos finitos, el temor empezó a abrazarlo todo. La pérdida de la inocencia, la felicidad plena fue saboteada y arrancada de cuajo cuando nos convertimos en adolescentes. Y ya de adultos, nos transformamos en esos entes autómatas que deambulan en busca de su propia supervivencia.
En ese mundo de inocencia y primeros amores vive Jay, la protagonista del film Te sigue (It Follows en su idioma original) de David Robert Mitchell. Este empieza con un plano general de una calle semi vacía. En un paneo lento, que se transformará en un giro de 180 grados, veremos salir a una chica en camisón que corre hacia el medio de la calle, para luego volver a entrar a su casa. Mientras tanto, una leve música empezará a sonar de fondo. La chica se irá en un auto, hablará por teléfono con su padre despidiéndose desde la playa para luego aparecer muerta allí de una forma extraña. Ese simple comienzo ya nos ha atrapado. Sin dudas, el lugar elegido, la paleta de colores y la música de ese comienzo, no hace más que recordarnos a los principios de John Carpenter, con Halloween a la cabeza. Pero todo será muy distinto y parecido a la vez. Luego, conoceremos a Jay, la protagonista, y a su grupo de amigos. La película tendrá todos los condimentos que un film de horror necesita: bellas adolescentes, el chico tímido y el ganador, el descubrimiento sexual, el secreto a sus padres, entre otras cosas. La habilidad del director estará en como contar una historia en principio simple: una chica empieza a ver visiones, luego de tener sexo con un chico y la forma de parar eso es teniendo sexo con otro para trasladarle ese acoso. La película contará con unos planos generales que serán deliciosos, con unos encuadres muy bien logrados con una simetría que nos recordará a Kubrick.
La cámara estará mucho tiempo quieta, pero contará con travellings lentos que servirán para explorar lo que los rodea. El estilo de los autos y las casas serán bien de los años ´70 y ´80, momento en que se filmaron grandes películas de terror. La música, por su parte, hará compañía con esos sintetizadores que aparecen y desaparecen, en los momentos importantes del film, en otro claro homenaje a genios de ese género como Wes Craven o el ya nombrado Carpenter. La fotografía contará con una paleta de colores que pasará del rosa que envolverá a Jay al rojo o el amarillo que estarán en ese comienzo. Esos colores cálidos pasarán luego al verde, al marrón o al gris a medida que la trama avanza. El sonido de la película será intrigante, para que el espectador sienta que está metido dentro de cada escena. El guion será lo suficientemente sutil para que no sea una clásica película que tenga efectos para hacerte saltar de la butaca. Será algo más bien psicológico o, de algún modo, experimental, basándose en lo que siente la protagonista, que llevará las riendas de la historia con gestos y silencios que transmitirán sus sensaciones. Las tomas largas con la música como aderezo para esas amenazas, servirán para reconocer esos entes que aparecerán persiguiendo a Jay, pero también serán quizás la excusa para encontrar el verdadero sentido del film. Para algunos, el sexo como el comienzo de las decisiones adultas o, como en el caso de los films slayers, como una invitación a la muerte.
Aquí, sin embargo, se trabaja para encontrar el paso de la niñez a
la adolescencia, a la pérdida de la inocencia. Como dice Yara, uno de los
personajes en un momento del film: “La más terrible agonía no son las heridas
mismas, sino el saber con seguridad que, en una hora, o en diez minutos, o en
medio minuto, ahora, en este mismo instante, tu alma dejará tu cuerpo, y ya no
serás una persona” (palabras que, además, curiosamente, son leídas en un eBook con
forma de concha, claro símbolo sexual). Serán esos los momentos en que ellos
entenderán la finitud de la vida. Será por ello que los padres casi ni
aparezcan a pesar de que serán nombrados de forma periódica, símbolo del
“pecado original” cometido y esa expulsión del paraíso, en cierta forma, la
idea de empezar a depender de uno mismo a través de la pérdida de la inocencia.
Inocencia que remarca muy bien Hugh cuando dice que quiere ser un niño, no
porque tenga una vida por delante sino por la felicidad y la inocencia que trae
consigo. Ahí aparecerán entonces ciertas cosas que remarcan la teoría de la
finitud: la apariencia del edificio donde van a la piscina, las películas de
terror que aparecen en televisión, la idea de electrocución en el momento central
del film… La película seguirá su camino, con más acción sobre el final hasta
llegar al clímax. Luego del clímax adolescente llegará el paso a la adultez. Ya
sabiendo lo que nos espera, ya superando el miedo a la mortalidad, tendremos
que seguir caminando de la mano, porque mientras los niños ríen, bien
sabemos que alguien nos está observando…
Marcelo De Nicola.-
Canción post impresiones
UNIVERSO
MITCHELL
David Robert Mitchell nació en Clawson, Míchigan, el 19 de octubre de 1974. Estudió en la Wayne State University de Detroit (Míchigan). Se licenció en Bellas Artes en la especialidad de producción audiovisual por la Florida State University College of Motion Picture Arts. Su primera película como director, escritor y productor fue El mito de la adolescencia en 2010, un filme dramático sobre cuatro jóvenes que buscan el amor en un suburbio de Detroit en el último fin de semana del verano. Adele Romanski, amiga de Mitchell de la escuela de cine, fue una de las productoras y quien más tarde ganaría un premio Óscar por la laureada película Moonlight. En una entrevista, Mitchell afirmó que gastó unos 50.000 dólares en la filmación de la película. Cuatro años más tarde logró reconocimiento internacional tras dirigir la película de terror sobrenatural It Follows. La cinta fue aclamada por la crítica y cosechó un notable éxito comercial teniendo en cuenta su escaso presupuesto. Dos años después, Mitchell fue miembro del jurado en la sección Semana de la Crítica del Festival de Cine de Cannes 2016.
En 2018, dirigió El
misterio de Silver Lake, una película de comedia dramática de cine negro
posmoderno ambientada en Los Ángeles y protagonizada por Andrew Garfield. En octubre de 2023, se anunció que una secuela,
titulada They Follow, estaba en
preproducción con el escritor y director David Robert Mitchell y la estrella Maika Monroe de regreso. Neon
produciría y distribuiría la película a nivel nacional, mientras que se espera
que el rodaje comience en este año.
FICHA
TÉCNICA
Título original: It Follows
Año: 2014
Duración: 100 min.
País: Estados Unidos
Dirección: David Robert Mitchell
Guion:
David Robert Mitchell
Reparto:
Maika Monroe, Keir Girlchrist, Daniel Zovatto, Jake Weary, Olivia Luccardi,
Lili Sepe.
Música: Rich Vreeland
Fotografía: Mike Gioulakis
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